Centrales hidroeléctricas de pasada en embalses en Chile

Chile ha enfrentado históricamente periodos de escasez energética debido a sequías y falta de combustible, lo que ha derivado en racionamientos y apagones, un ejemplo de los efectos de la dependencia energética ocurrió durante la crisis de 2007-2008, cuando la combinación de una severa sequía y el corte del suministro de gas argentino disparó los costos marginales de la electricidad de 57 a 246 US$/MWh en solo un año. Sumando el masivo corte de energía que afectó a gran parte del país el pasado 25 de febrero del 2025 donde se volvió a poner sobre la mesa la discusión sobre la seguridad energética y las fuentes de generación disponibles. En este contexto, las centrales hidroeléctricas emergen como una alternativa relegada en el debate. 

En ese contexto, surgió la idea de aprovechar embalses existentes (destinados a riego o agua potable) para generación hidroeléctrica de pasada como una alternativa rápida para aumentar la oferta eléctrica y evitar cortes de luz. Por ejemplo, en 2008 la empresa sanitaria Aguas Andinas negoció con generadoras instalar una central de pasada de ~80 MW bajo el embalse El Yeso (fuente de agua de Santiago), que generaría solo cuando se liberará agua para consumo. Este tipo de central a pie de presa utiliza la caída del agua almacenada sin alterar su uso principal, ofreciendo energía adicional con bajo impacto ambiental.

Paralelamente, el gobierno impulsó las Energías Renovables No Convencionales (ERNC). La Ley 20.257 de 2008 fijó metas de 10% ERNC al 2024, lo que estimuló numerosas minicentrales hidroeléctricas de pasada (<20 MW)

Hacia 2017 Chile contaba con 118 centrales hidroeléctricas (6460 MW), de las cuales solo 10 eran de embalse y el resto de pasada; la mayoría de estas últimas clasificadas como ERNC por su pequeña escala. Muchas de estas minicentrales aprovecharon infraestructuras hidráulicas existentes (canales y embalses) para generar electricidad, dado que “permiten reutilizar y optimizar obras civiles existentes, como canales y embalses de riego”.

En definitiva, durante la última década las centrales de pasada en embalses se implementaron como soluciones para diversificar la matriz y aportar energía en periodos de escasez hídrica, evitando una dependencia exclusiva de grandes represas.

Razones de la disminución o desuso de estas centrales

Si bien estas centrales demostraron ser útiles, en años recientes muchas han visto reducida su generación o incluso paros temporales por diversos factores. La megasequía de la zona centro-norte (2010–2020) disminuyó drásticamente los caudales. En abril de 2021 la producción hidroeléctrica nacional cayó a solo 13% de la matriz, mínimo histórico atribuido a la falta de lluvias​

La prolongada sequía obligó a disminuir la dependencia del agua en el sistema eléctrico​. En la práctica, centrales de pasada en embalses debieron suspender operaciones por falta de agua. Por ejemplo, la Central Hidroeléctrica Puclaro (de la JVRE) estuvo paralizada entre 2012 y 2014 debido a los bajos niveles del embalse por la sequía​. De hecho, en Coquimbo tres centrales de pasada (Los Molles, La Paloma y Puclaro) se vieron “fuertemente afectadas” por la sequía prolongada, reduciendo los niveles de sus embalses y forzando la detención de Puclaro durante un par de años​. Esto evidencia que la variabilidad hídrica y el cambio climático merman la disponibilidad de estas centrales.

Otro motivo de su menor uso es la competitividad económica. En la última década, Chile incorporó gran capacidad de energía solar y eólica a costos muy bajos, reduciendo los precios eléctricos. Mientras una minicentral hidro presenta costos de inversión del orden de 3.2 MUS$/MW​, un parque solar fotovoltaico es mucho más barato (~0.87 MUS$/MW)​. Como resultado, el costo nivelado de la energía hidro de pasada (tradicionalmente en torno a $70–100 por MWh, dependiendo del proyecto) ha sido superado por el de la solar o eólica, con proyectos adjudicando energía a $20–30/MWh en años recientes. La abundancia de energía solar en horas diurnas ha deprimido los precios spot, dificultando la rentabilidad de pequeñas hidroeléctricas que generan en las mismas horas. Varias centrales de pasada proyectadas a inicios de los 2010s fueron postergadas o canceladas cuando el panorama de precios cambió y la urgencia de nueva capacidad disminuyó.

Finalmente, existen razones operativas y legales. Estas centrales dependen enteramente del patrón de uso del embalse: el riego o consumo humano tiene prioridad. En épocas en que no se libera agua, la planta simplemente no genera. Este carácter subordinado complica el modelo de negocio, pues los ingresos son variables e inciertos año a año. En el caso de Puclaro, la “fragilidad de la cuenca en oferta de agua” hizo que hubiera períodos “de generación altos, medios y nulos”. Además, de integrar generación en embalses de riego requiere acuerdos con las juntas de regantes y cumplir normativas ambientales, lo que puede alargar o encarecer los proyectos. En resumen, menos agua disponible, precios más bajos y dificultades operativas han reducido el uso y la expansión de estas centrales en años recientes.

Costos de generación: históricos versus actuales (precio por kWh)

En términos de costo, las centrales hidroeléctricas de pasada en embalses solían ser competitivas frente a la generación térmica en épocas de crisis, pero hoy se enfrentan a energías renovables más baratas. Históricamente, la electricidad hidroeléctrica en Chile era una de las fuentes más económicas. Una central de pasada construida aprovechando un embalse existente puede tener costos de inversión relativamente bajos comparados con una gran represa, ya que reutiliza infraestructura. Por ejemplo, la Central Hidroeléctrica Puclaro (5,4 MW instalada) requirió una inversión aproximada de US$7 millones en 2008​, en buena parte gracias a la infraestructura del Embalse Puclaro ya construida. Este costo (≈1,3 MUS$/MW) permitía generar ~35 GWh anuales en condiciones normales, implicando un costo nivelado estimado cerca de 60–80 US$/MWh, competitivo para la época.Sin embargo, esos costos han de verse en contraste con los precios actuales. A finales de los 2000, los costos marginales altos (sobre 100 US$/MWh) y contratos ERNC alrededor de 80–100 US$/MWh hacían rentables a estas minicentrales. Hoy, con licitaciones de suministro adjudicando energía a menos de 30 US$/MWh y costos marginales frecuentemente bajos en horas solares, el kWh hidroeléctrico de pasada resulta caro en comparación. Además, la sequía eleva el costo efectivo: cuando la generación se interrumpe por falta de agua, el costo por kWh producido a lo largo de la vida del proyecto aumenta (menos energía para amortizar la inversión). Según la Comisión Nacional de Energía, el costo de inversión referencial de una hidro de embalse es ~4,493 US$/kW y de una hidro de pasada ~3,923 US$/kW, mientras que una mini-hidro (<20 MW) promedia 3,263 US$/kW​. En contraste, la solar fotovoltaica se estima en solo ~871 US$/kW​. Esto se traduce en que el costo por kWh de las nuevas centrales solares/eólicas (US$20-50/MWh) es muy inferior al de una pequeña hidro en embalse (que necesitaría precios en torno a US$70-100/MWh para rentar adecuadamente). En síntesis, el kWh de las hidro de pasada en embalses fue competitivo una década atrás, pero en la actualidad es alto frente a alternativas renovables, salvo que la central ya esté amortizada. No obstante, cuando operan con agua abundante, siguen ofreciendo energía limpia a costo operativo muy bajo (ya construidas, el costo variable es casi nulo).

Mapa y listado de centrales hidroeléctricas en embalses (Chile)

A continuación se enumeran las principales centrales de pasada ubicadas en embalses a lo largo de Chile, indicando su capacidad y año de puesta en servicio:

  • Región de Atacama: Central Hidroeléctrica Huasco – embalse Santa Juana (Vallenar). Central a pie de embalse de 5,2 MW, operativa desde 2013. Usa un caudal de diseño de ~6,2 m³/s y genera ~29 GWh/año.
 
  • Región de Coquimbo: Central Hidroeléctrica Puclaro – embalse Puclaro (Elqui). 5,4 MW, inaugurada en 2008. Ha generado hasta ~35 GWh/año, aunque tuvo interrupciones en 2012-2014 por la sequía.
  • Central Hidroeléctrica La Paloma – embalse La Paloma (Limarí). ~ <10 MW (central de pasada instalada en el mayor embalse de la zona, también afectada por sequía 2010-2015)
  • Central Los Molles – ubicada en la cuenca del río Los Molles (Combarbalá), de pequeña escala,  18 MW, (también de pasada). Estas tres centrales, asociadas a juntas de vigilancia de regantes, aportan energía al Sistema Eléctrico Nacional cuando las reservas de agua lo permiten.
 
  • Región de O’Higgins: Central Hidroeléctrica Convento Viejo – embalse Convento Viejo (Chimbarongo). 15,7 MW, operativa desde 2019. Es parte de un proyecto multipropósito de riego y energía; inyecta ~50 GWh/año al sistema y es la mayor central ERNC de la región.
 
  • Región del Maule: Central Hidroeléctrica Embalse Ancoa – embalse Ancoa (Linares-Colbún). 24 MW (27,5 MW brutos), inició operaciones en 2017-2018. Aprovecha la entrega de agua de riego desde el embalse Ancoa (78 millones m³) mediante una tubería de 130 m para turbinas Francis. Genera ~86 GWh anuales en promedio
  • (Otras:) En Maule existen además centrales de pasada que utilizan embalses cordilleranos: por ejemplo la central Isla (68 MW, 1964) y Cipreses (106 MW, 1955) aprovechan el embalse Laguna del Maule, aunque son centrales mayores (Endesa/Enel) construidas a mediados del siglo XX, no consideradas “minicentrales”.
 
  • Otras regiones: En el Biobío y sur de Chile, la mayoría de embalses con centrales corresponden a grandes hidroeléctricas de embalse (Ralco, Pangue, Rapel, etc.), no al formato “de paso” No obstante, también se instalaron pequeñas centrales a pie de obras de riego: por ejemplo, Central El Agrio (0,3 MW, embalse El Agrio en Ñuble) y proyectos en canales en La Araucanía (ej. central Ojos de Agua 9 MW)

En general, la mayor parte del potencial a pie de embalse se concentraba en la zona centro-norte donde existen embalses de riego medianos construidos en las últimas décadas. (La potencia y año de varias centrales pequeñas proviene de registros oficiales y noticias locales. Algunas diferencias pueden existir entre valores brutos y netos.)

Impacto en la red eléctrica y viabilidad actual

Las centrales de pasada en embalses han tenido un impacto positivo pero acotado en la red eléctrica chilena. Contribuyeron a incrementar la oferta de energía renovable distribuida en distintas regiones, reduciendo la carga sobre centrales térmicas en horas punta de riego (generalmente primavera-verano). Al estar ubicadas cerca de zonas agrícolas, también mejoraron el abastecimiento eléctrico local y la estabilidad de voltaje en áreas rurales. En la transición hacia energías limpias, estas mini-hidro actuaron como complemento firme a la intermitencia solar/eólica: aunque no tienen gran embalse, pueden regular caudal en cortos periodos (diarios/semanales) y servir de respaldo cuando hay demanda y se está liberando agua. De hecho, hacia 2016 se prefería invertir en pequeños proyectos hidro con menor impacto ambiental, los cuales “proveen suficiente respaldo para la intermitencia” de solar y eólica, ayudando a estabilizar costos marginales.

No obstante, su rol en el contexto actual es limitado. La penetración masiva de energía solar en el norte y centro ha reducido la necesidad de generación hídrica en el día, y la prolongada sequía ha mermado la energía disponible de estas centrales en verano. Muchas operan a menor factor de planta que el proyectado. Por ejemplo, en 2016 Puclaro solo generaba ~1,1 MW de 5,4 MW instalados por el bajo nivel del embalse. Cuando los embalses están en niveles críticos, la prioridad es asegurar agua para consumo y riego, quedando la generación prácticamente detenida.

En cuanto a viabilidad, siguen siendo aprovechables en escenarios hídricos normales, pero con cautela. Los ingresos para sus operadores (frecuentemente asociaciones de regantes asociadas con empresas) dependen totalmente del clima. Aun así, donde las condiciones lo permiten, han demostrado ser proyectos exitosos: la experiencia de Puclaro, pese a las interrupciones, se considera positiva, demostrando que “se pueden apalancar recursos e inversiones en obras de riego” compatibles con el uso agrícola. Los beneficios incluyen utilidades adicionales para las juntas de vigilancia de riego cuando la central genera, ayudando a financiar mantenimiento de canales u otras obras. 

De cara al futuro, el desarrollo de nuevas centrales de pasada en embalses probablemente será más selectivo. Continuarán siendo viables en embalses donde haya excedentes de agua garantizados o donde sirvan para pequeños sistemas aislados. Sin embargo, en el Sistema Eléctrico Nacional competirán con energías más baratas; su atractivo radica más en la sinergia multipropósito (energía + riego) que en grandes volúmenes de generación. Su impacto global en la matriz ha disminuido (actualmente aportan una fracción menor del ~25-30% de generación hidro total del país, dado que la hidro en general bajó a ~13% en 2021). Aun así, en un escenario de cambio climático, cualquier aporte gestionable es valioso: estas centrales, al no requerir combustible, sirven como respaldo limpio, siempre que haya agua. En resumen, las hidroeléctricas de pasada en embalses tuvieron su auge como alternativa frente a cortes de electricidad y siguen siendo un complemento útil, pero su uso ha disminuido por la sequía y la economía actual de la energía. La viabilidad presente y futura dependerá de las precipitaciones y de encontrar nichos donde su aporte renovable y local justifique la inversión dentro de un sistema eléctrico cada vez más dominado por la solar y eólica.

Hidroléctricas GPE

 

Fuentes: Estudios y prensa especializada sobre energía en Chile. Todas las referencias citadas respaldan la información entregada.